Al corriente: octubre 19, 2013
Reflexionamos sobre nuestro compromiso de celebrar el culto
Como comunión mundial de iglesias afines al anabautismo, compartimos el compromiso de reunirnos regularmente para celebrar el culto. Aunque nuestra enorme diversidad nos lleva a asumir este compromiso de maneras muy distintas. En el número de octubre 2013 de Correo, líderes de toda nuestra hermandad exponen sobre las diferentes maneras en las que los anabautistas abordan el culto: lo que se ve y se escucha, los desafíos y las bendiciones.
Integra todas las áreas de la vida
¿Fundar una nueva iglesia? Sí, pero ¿qué estilo de culto seguiremos? Esta pregunta se la hicieron varias personas interesadas en iniciar la iglesia Menonita de Quito hace doce años. Ellas provenían de diferentes tradiciones de fe.
La respuesta a tal pregunta era un reto por varias razones. Una de ellas es que en Ecuador, como en el resto de Latinoamérica, los cultos de las iglesias evangélicas reflejan la influencia del "movimiento de adoración y alabanza” traído desde los Estados Unidos durante los años 80: músicos profesionales, instrumentos clásicos, canciones cuyas últimas notas empatan con la siguiente, un tiempo de canciones con ritmos suaves llamado “tiempo de adoración”, y otro tiempo de canciones más alegres llamado “tiempo de alabanza”, cantos proféticos llamados “nuevo canto”, danza hebrea, uso de banderas, gritos de júbilo –al estilo de los guerreros que ganan una batalla-, canciones con contenido guerrerista, entre otros aspectos. Otra razón es que las iglesias de origen histórico (católicas, luteranas, anglicanas y presbiterianas) seguían un culto inflexible a la improvisación. Otra, muy fuerte, es que los asistentes apreciaban la tradición anabautista. Y otra es que los asistentes a la nueva iglesia, aunque tenían diferentes procedencias, deseaban que la identidad latinoamericana se reflejara en el culto.
Dado lo anterior, la iglesia de Quito rescató los ritmos latinoamericanos: son (de Cuba), chamamé y tango (de Argentina), sanjuanitos y pasillos (de Ecuador), y guabinas y cumbias (de Colombia), entre otros. Estos ritmos son acompañados por instrumentos autóctonos: guitarra acústica, charango, bombo, maracas y palo de lluvia. Pero la música de los cantos no lo es todo; también se tiene cuidado que la letra de las canciones no contradigan el evangelio.
Los símbolos también identifican la adoración. Dado que para los pueblos latinoamericanos la cruz -vacía- es una expresión de identificación con los sufrientes y al mismo tiempo de esperanza. Además, la cruz recuerda la confrontación de Jesús a los poderes y que somos Cristocéntricos. Asimismo, se usan los colores litúrgicos, matizados por los tejidos indígenas ecuatorianos. Éstos, puestos sobre una mesa, invitan a meditar en la belleza y el valor de la diversidad en medio de modelos imperantes que tratan de homogenizar el mundo. Igualmente, la vela recuerda que somos luz y que estamos comprometidos con la paz de Cristo. Además, las sillas ubicadas en forma semicircular y la ausencia de una tarima son símbolo de contracorriente en un contexto religioso que relaciona la santidad con la cercanía al púlpito.
Otro aspecto de la adoración es la revisión de la vida de quienes adoran, o confesión. Esta se expresa en una letanía inspirada en los textos bíblicos correspondientes al calendario litúrgico. Ayuda a saber cómo estamos caminando en las huellas de nuestro Maestro e invita a las personas involucradas en grupos armados a seguir a Cristo y el camino de la paz. Es decir, la confesión no llega a ser una mera recitación o hacer un mea culpa sino una confrontación con el evangelio de la paz. Esta parte de la adoración termina con un canto de paz y el saludo entre todos los asistentes.
La lectura de textos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento es otra parte de la adoración. Así, se vive el principio anabautista de que la Escritura se interpreta a sí misma. Esta etapa culmina con la hermenéutica comunitaria donde se comparten otras interpretaciones y otras experiencias de la vida.
En conclusión, la adoración en la iglesia Menonita de Quito incluye a todas las personas sin distinción de edad, raza, clase social, género o raza y consta de varios momentos: introducción, convocatoria, confesión, liturgia de la Palabra, respuesta a la Palabra y ofertorio, intercesión y acción de gracias, y anuncios y bendición pastoral. Entre todos y todas nos bendecimos pastoralmente al final del culto, con el compromiso de anunciar el evangelio de la paz y servir en el contexto donde estemos.
Es decir, la iglesia de Quito entiende que el culto integra todas las áreas de la vida en una entrega a Dios y al prójimo, sobre todo a los más necesitados.
César Moya es pastor de la Iglesia Menonita de Quito en Ecuador con su esposa, Patricia Urueña.
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