Al corriente: enero 30, 2022
En medio de la creciente prevalencia del discurso de odio e intolerancia que nos rodea, como comunidad cristiana ubicada en Indonesia, tenemos un llamado que no es fácil. Son muchos los esfuerzos realizados por grupos o escuelas islámicas que quieren hacer de la República de Indonesia un país con una ideología religiosa, un país islámico. Este movimiento se ha vuelto cada vez más fuerte en los últimos 10 años con el surgimiento de políticas de identidad en las elecciones generales, tanto centrales como regionales.
Sin embargo, Dios no nos ha colocado erróneamente aquí y ahora, en el país con la mayor población musulmana del mundo (alrededor de 229 millones de personas musulmanas en una población de 271 millones de personas – alrededor del 84%). Es nuestro llamado a hacer brillar la luz de Dios en medio de esta nación.
¿Cómo estamos a la altura de nuestro llamado entre nuestros hermanos y hermanas musulmanes? Este pasaje en el texto de Génesis 12,1-5 nos enseña algunos principios que, cuando los vivimos con seriedad, nos animarán a perseverar en nuestro llamamiento aunque haya muchos desafíos y oposición.
1. El Dios que nos llama es el Dios Emanuel
Hermanas y hermanos, nuestro texto nos da la historia del llamado de Abram a dejar su comunidad de origen, su familia y su país. Este llamado exigió un precio elevado.
Abram tuvo que dejar su zona de confort, una vida establecida en una familia que fabricaba esculturas. Los eruditos de la Biblia explican que la familia de Abram tenía un negocio exitoso como fabricante de ídolos. Entendemos que dejar un establecimiento e ir a un lugar lejano para comenzar una nueva vida no es cosa fácil. Aquí es donde aprendemos el significado de obedecer los mandamientos de Dios.
Abram tuvo que dejar a su familia extendida. La consecuencia de este mandato es que Abram se desarraigó de sus raíces culturales y comunidad de origen. Dejar a sus amistades, familiares y recuerdos de su pasado fue un alto costo. Esto es lo que significa la obediencia a un mandato.
¿Un nuevo lugar mejorará la vida? ¿Será posible encontrar una buena comunidad como antes? ¿Se puede empezar a construir un negocio más tarde en la vida? Por supuesto, esas preguntas surgieron en la mente de Abram. Pero vemos cómo Abram realmente confió en el Dios que lo llamó y que le acompañó fielmente.
A nosotros también se nos invita a creer que este Dios que llamó a Abram es el mismo Dios que nos llama a vivir para la voluntad y la gloria de Dios, donde sea que estemos. Dios quiere que seamos representantes de Dios, que difundamos la verdad de Dios y que hablemos de Dios a todas las personas que nos rodean. Así como Abram, sabemos que este llamado no es fácil y que requiere una verdadera lucha.
Creemos que si Dios estuvo con Abram a lo largo de la trayectoria de su vida, entonces Dios también estará con nosotros a lo largo de nuestras vidas. Dios es Emanuel, Dios con nosotros.
2. El Dios que nos llama es el Dios responsable
Un amigo me dijo una vez que todo se prueba para ver si es verdad sobre el paso del tiempo. Después de que yo estudie la historia de la vida de Abram, entendí más sobre el significado de esta frase. Encontramos evidencia de que el Dios que llamó a Abram es un Dios que permanece consistente con lo que Dios prometió.
Dios no solo acompañó el viaje de la vida familiar de Abram, sino que también fue responsable de la vida y seguridad de toda la familia extendida de Abram. Note que cuando Abram vivía en el Negev había hambruna (Génesis 12,10-20), luego Abram huyó a Egipto, y durante el exilio en Egipto, Dios bendijo a la familia de Abram.
Note también cómo Dios salvó a la familia de Abram de la cautividad de los reyes (Génesis 14,1-16). Note también cómo Dios salvó a Lot de ser castigado por Sodoma y Gomorra (Génesis 19,1-29). Note también cómo la esposa de Abram, Agar (Génesis 16,1-14) y su hijo Ismael fueron salvados y tuvieron protección (Génesis 21,14-20).
Hermanos y hermanas, somos conscientes de que responder al llamado de Dios en nuestras vidas no elimina los problemas en nuestras vidas. Por el contrario, mientras tratamos de llevar a cabo de todo corazón el llamado de Dios en nuestras vidas, los problemas aparecerán y desaparecerán en nuestras vidas. Hoy, aprendemos del viaje de la vida de Abram que cuando trata de obedecer los mandamientos de Dios con todo su corazón, Dios es responsable de hacer la parte de Dios. Dios sostendrá, ayudará, acompañará y bendecirá a Abram.
Asimismo, en nuestro caso que vivimos en medio de una nación cuya mayoría no conoce al Dios verdadero, sabemos que las personas cristianas vivimos con intimidación. Experimentamos problemas como permisos complicados para la construcción de lugares de culto, o cuando los lugares de culto se han utilizado durante décadas y luego son cerrados con una razón inventada. Escuchamos otras historias tristes en las que las personas cristianas no son promovidas porque, como creyentes fieles, no queremos participar en la deshonestidad, la corrupción y arreglos. Pero creemos que el poder de Dios no se bloqueará. La gente puede tratar de evitar que nos llegue la bendición, pero el Señor Jesús la enviará de otra manera. Dios que nos llama a vivir para Dios, y seguramente será responsable de las consecuencias de las decisiones en nuestras vidas.
3. Dios que nos llama nos pide una respuesta obediente
Hermanas y hermanos, entendemos que desde el principio, cuando Dios creó a la humanidad, Él quiso hacer de los humanos el objeto del amor de Dios. Encontramos historias hermosas y románticas antes de que los humanos cayeran en pecado, sobre la estrecha relación entre los humanos y Dios. Dios quiere que se reparen las relaciones rotas y que se restauren las imágenes rotas que una persona tiene de sí misma. Dios quiere que obedezcamos.
La historia de Abram, quien obedeció los mandamientos de Dios, se convierte en un modelo para que en la actualidad podamos imitarlo. Así como nos enfrentamos a desafíos y tentaciones, Abram en su día también enfrentó muchos desafíos y tentaciones. Uno de los desafíos que sacudió el alma de Abram fue que él y su compañera (Sarai) aún no habían tenido el hijo prometido por Dios (Génesis 18,11). Incluso cuando Dios repitió su promesa (Génesis 17,17), Abram tuvo dudas al respecto; pero Abram eligió seguir confiando en Dios, obedeciendo con todo su corazón, hasta que Dios finalmente envió a Isaac. Pero el desafío de la obediencia de Abram no había terminado, porque Dios volvió a probar la obediencia de Abram pidiéndole que sacrificara a Isaac en el monte Moriah (Génesis 22,1-12). Nuevamente, se nos muestra la obediencia absoluta e incondicional de Abram al llamado del Señor Dios.
Hermanos y hermanas, creo que Dios nunca nos ha llamado o ubicado erróneamente en esta tierra, donde la mayoría de la población no sabe quién es el Señor Jesucristo; donde las personas que siguen a Jesús son objeto de burlas e intimidación. Aquí es donde se pone a prueba nuestra obediencia. Tenemos una elección: rendirnos a los desafíos y a la oposición, u obedecer a Dios sin importar el costo.
Indonesia necesita nuestro testimonio como hijos e hijas de Dios quienes se atreven a vivir en obediencia a la verdad de Dios, a quienes se les identifíque por practicar esa verdad en la vida diaria. Tenemos el llamado a ser agentes de paz, llenos de amor, en nuestras comunidades. Obedecer a Dios no significa que no haya desafíos, pero obedecer a Dios seguramente traerá bendiciones.
—Natanael Sukamto, pastor de la congregación GITJ (Gereja Injili di Tanah Jawa) en Sembaturagung, Pati, Java Central, Indonesia.
Comentarios