Al corriente: septiembre 4, 2024
Colombia
Llamados y escogidos para el propósito de Dios en la tierra
Dónde hay visión, hay provisión.
Cuando la intención es traer el cielo a la tierra, el respaldo de Dios es absoluto.
Hace treinta y tres años escuchamos un llamado para la evangelización y el crecimiento de la iglesia.
Oriundos del pueblo de Anolaima, comenzamos a participar en la iglesia menonita. En aquel entonces el pastor Pedro Stucky nos dio el aval para participar en el liderazgo y la dirección de esta comunidad. Por aquellos días, había una disminución de la membresía hasta el punto de querer cerrarla.
En el municipio de Anolaima nunca fue sencilla la evangelización debido a su trasfondo cultural. Iniciamos las tareas de evangelización en lugares fuera del templo. Queríamos predicar el evangelio donde estuvieran los perdidos.
Así que decidimos ir a las escuelas y colegios para predicarles a niños, niñas y jóvenes, brindándoles principios y valores bíblicos como herramientas.
También organizamos congresos de familias con el único propósito de que nos conocieran como una alternativa abierta y amplia, desarrollando una cultura del reino de Dios.
Creamos una escuela para empresarios y empresarias como modelo de autosostenibilidad.
Trabajamos en los parques, recuperando espacios como un ejemplo de servicio y de que es posible vivir mejor.
En aquellos días surgió de parte de Dios, la creación de un parque para evangelizar desde la naturaleza; de hecho, los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmos 19).
Entonces soñamos con un parque en medio de la naturaleza, recreando la Palabra para ayudar en las necesidades y dar las buenas nuevas de salvación.
Es un monte alto como faro en la oscuridad, que orienta y da luz al camino de quienes no lo tienen.
¿Por qué un parque?
No lo entendíamos, pero empezamos a soñar sin saber, sin dinero, pero con la intención de que este sueño era de Dios. En medio de una asamblea de cincuenta personas de la iglesia, usando un jarrón de arcilla como símbolo de nuestra intención, sembramos una semilla de girasol y dimos inicio al sueño de Dios de construir un parque a fin de crear un turismo de conversión y transformación.
Llevó tiempo pero logramos invertir en una propiedad. Ahorramos USD 30 000 y compramos para luego vender una propiedad de 6 000 m² en USD 45 000, y adquirimos un terreno de 51 000 m² por ese monto.
Cuando la visión es de Dios, la fe se convierte en la moneda que compra sin dinero, pues la dueña que cobraba U$S 75 000 nos honró sembrando el monto restante.
Dios siempre es fiel en proveer para sus propios sueños cuando los convertimos en los nuestros.
Hemos tenido que aprender a confiar en Dios y aprender que la obra es de él, y que nosotros tan solo lo acompañamos.
Un encuentro con Dios
IGLEPARQUE presenta momentos de la narración bíblica, en un entorno natural. Respetamos la naturaleza y aprovechamos la majestuosidad de colores, diversidad de aves y fauna que enriquecen el panorama bíblico.
En el transcurso de un año, atendemos entre dos mil a tres mil visitantes del parque, incluidos niños pequeños, familias y congregaciones, que transmiten de boca en boca para que otras personas vengan.
Nuestro propósito es alentar a los visitantes en su fe y en cada una de sus necesidades sentidas, sean emocionales o físicas, orientándolos y brindándoles luz en su camino, por medio del conocimiento de Jesucristo.
Trasmitimos un mensaje de paz, ya que este es nuestra misión como menonitas.
IgleParque es un espacio abierto en un ambiente natural, donde los visitantes se llevan una experiencia ilimitada con Dios, ya que los cielos de este proyecto rompen el límite que obstaculizan su encuentro con su Creador. La creatividad es el instrumento primario para una evangelización diferente, contemporánea pero con elementos bíblicos.
Para quien lo visita, el parque es una voz de esperanza ya que para cualquier necesidad hay una solución. Hay diecisiete espacios para compartir el consejo bíblico e interactuar con las buenas nuevas de salvación.
IgleParque es una bendición no solo para los visitantes sino para la propia ciudad, y a través de él, para hoteles, restaurantes y medios de transporte. Ha sido un punto de encuentro para visitas internacionales por la cercanía con la capital Bogotá, pues estamos a solo 70 km de distancia. Así que IgleParque se ha vuelto un lugar para visitar que abre la puerta a la evangelización.
Dios nos ha dado la estrategia para una evangelización sin límites. Se trata de un recorrido de dos horas que recrea la fe, la historia y la convicción para quienes tenemos la necesidad de Dios.
Estamos en un 60% de la construcción del parque, según la visión. Pero la comunidad está comprometida con terminar lo que Dios fielmente empezó con nosotros.
La pasión impulsa el trabajo
Durante más de diez años, hemos desarrollado el proyecto de IgleParque paso a paso. Es un proceso con altibajos, pero no perdemos el ánimo pues Dios nos ha dado su fortaleza. Estamos aprendiendo a construir mediante el poder de la Palabra, la fe y la perseverancia, haciendo posible lo imposible y visible lo invisible.
En el proceso Dios ha sumado a personas, una tras otra hasta convertirnos en un equipo y en una familia, con toda la pasión de convertir un sueño en hechos.
Aprendimos a construir con el modelo de Jesús sirviendo y administrando los recursos divinos, humanos y físicos, transformándolos con la creatividad y la bendición que Dios coloca en nuestras manos.
Esperamos ser inspiración, motivación y testimonio para el cumplimiento de la Gran Comisión de ir a todas las naciones y hacer discípulos desde la perspectiva de un evangelio pacificador (Mateo 28:19), pero sobre todo de fe en Dios y en su Palabra.
—Eduardo y Lucy Bautista, han servido en la comunidad de líderes de la Iglesia Menonita Anolaimo, Colombia, durante más de treinta años.
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