Con la zarza ardiente, Moisés aprendió que Dios está atento a las circunstancias de los oprimidos: “Claramente he visto cómo sufre mi pueblo…. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado, para salvarlos” (Éxodo 3,7-8a).
El Dios del Éxodo está prestando atención a los eventos mundiales de hoy en día. Como respuesta a otro asesinato más, por parte de un policía a un hombre negro desarmado en los EE. UU., han estallado protestas en ciudades de América del Norte y en otras partes del mundo. Se produjeron saqueos y actos de vandalismo. La policía en los Estados Unidos ha disparado balas de goma y gases lacrimógenos incluso contra los periodistas que informan sobre las protestas.
Lamentamos el racismo sistemático que conduce a asesinatos y atentados diarios contra la dignidad para las personas de color. Nos afligen las acciones violentas, tanto de los manifestantes como de las fuerzas del orden. Confesamos la falta de equidad y justicia que a veces caracteriza nuestras propias respuestas. Reconocemos las largas raíces intercontinentales del racismo que incluyen la complicidad en la trata de esclavos.
Reafirmamos lo siguiente de las Convicciones Compartidas del Congreso Mundial Menonita “Como comunidad mundial de fe y vida trascendemos fronteras de nacionalidad, raza, clase social, género e idioma…. El Espíritu de Jesús nos llena de poder para confiar en Dios en todos los aspectos de la vida, de manera que lleguemos a ser hacedores de paz que renunciamos a la violencia, amamos a nuestros enemigos [y] procuramos justicia…” —Convicciones Compartidas 7
¡Dios creador, toca nuestros corazones y nuestro mundo problemático para que nos arrepintamos y procuremos relaciones justas!
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