Al corriente: julio 13, 2017
¿Cómo debería la iglesia plantearse la salud mental?
Nuestro estado mental está conectado al cuerpo y al espíritu, y por tanto, podemos padecer mala salud mental. En esta sección de Perspectivas, líderes y profesionales de la salud de las congregaciones afines al anabautismo de todo el mundo, abordan el rol de la iglesia en el cuidado de la salud mental de sus miembros.
Las iglesias como comunidades sanadoras
Desde mediados de la década de 1960, Colombia ha participado en un conflicto armado que ha desplazado a aproximadamente siete millones de hombres, mujeres y niños de sus hogares, tiene más de 60.000 personas desaparecidas y casi 600.000 civiles muertos. Cuando la gente huyó a las grandes ciudades, muchas personas se acercaron a nuestras iglesias. Llegaron portando todas las fortalezas y los recursos que la vida les había brindado, aunque también con la carga de tristeza, pérdida de lazos comunitarios, interrogantes acerca de cómo un Dios bondadoso pudo haber permitido que esto les sucediera; un anhelo de justicia; y el temor –muchas veces justificado– de que el peligro del cual huían resurgiría en la ciudad.
Las iglesias y organizaciones anabautistas de Colombia reconocimos la importancia de abordar las necesidades espirituales, psicológicas y sociales de la gente que se nos acercaba. Conjuntamente con el Comité Central Menonita (MCC), empezamos a considerar cómo proceder, recibiendo una valiosa capacitación del Programa STAR de Eastern Mennonite University, y del material del MCC sobre Sanación del Estrés y Situaciones Traumáticas.
Al definir las congregaciones locales como el centro de nuestras iniciativas, vimos el potencial de las comunidades de fe como lugares de sanación. Como iglesias menonitas, de los Hermanos en Cristo y Hermanos Menonitas, aunamos esfuerzos en una iniciativa denominada, Coordinación Eclesial para la Acción Psicosocial (CEAS): un recurso para las congregaciones locales con el fin de responder a las víctimas que iban llegando.
Cómo ser un lugar de sanación
En 2012, CEAS inició un proyecto de entrevistas para personas en condición de desplazamiento forzado y que participaran activamente en una iglesia anabautista. Las entrevistas pretendían identificar las cualidades de la iglesia que permitieran a la gente tener experiencias sanadoras (espirituales, psicológicas, sociales e incluso físicas) en medio del desplazamiento forzado, y lo que un mayor número de iglesias podía estar haciendo.
Las respuestas de la gente demostraban las maneras increíblemente sencillas por las cuales la congregación local se convertía en canal de sanación. Los miembros posibilitaban que la presencia de Dios ministrara a personas traumatizadas, y que tuviera sentido recibir y expresar interés sincero en quienes se acercaban a la iglesia, al brindarles un lugar seguro, escuchar sus penas y su dolor, ofrecer la oportunidad de servir a los demás, y animarlosles a reconstruir su vida. La congregación se convierte en el cuerpo por medio del cual la gente conoce a Cristo y fortalece su vínculo con Dios.
Los testimonios de la gente que reflejaban la importancia de la seguridad, del reconocimiento de todo lo sucedido y de volver a conectarse socialmente, son elementos decisivos de un proceso de sanación, según la psiquiatra Judith Herman y la terapeuta Carolyn Yoder del Programa STAR. Cuando el sentido del valor de una persona se ha visto afectado, la reconstrucción del concepto de la vida en presencia de una comunidad de fe comprensiva ayuda a avanzar hacia la recuperación.
Al leer la Biblia a través de la perspectiva del trauma y la resiliencia, vemos la angustia y el anhelo de Dios cuando los israelitas fueron expulsados de su hogar (Lamentaciones 3, Salmos 79.137) y cuando Jonás lo perdió
todo (Job 2.19), la fe y resiliencia en los Salmos (Salmos 23.91), la esperanza en los mensajes de los profetas (Miqueas 4,1–4), la venida de Jesús para encarnar el amor de Dios (Juan 1,1–14; Efesios 2,17–19) y, como iglesia, nos han dejado el mandato de cumplir con la labor del amor y la reconciliación (Efesios 1,23; 2 Corintios 5,18–20).
La dignidad transforma
Como quien ha sufrido, Andrés (nombre ficticio) llegó a la Iglesia Menonita de Teusaquillo de Bogotá lleno de ira y temor, sintiendo que en cualquier momento aparecerían en las calles de Bogotá las personas que habían asesinado a su padre. Al ser recibido y aceptado por quien era, Andrés empezó a abrirse a la comunidad de la iglesia. Dada la oportunidad de profundizar nuevos conceptos, se liberó del odio y encontró dignidad al reconstruir su vida. El testimonio de Andrés demuestra la importancia de una iglesia acogedora, dispuesta a escuchar las historias de la gente y a brindar un espacio para crecer en comunidad y en la fe.
El resultado final del proyecto de entrevistas es una guía de estudio para una iglesia sanadora, a ser utilizada por las congregaciones locales. Las iglesias menonitas y de los Hermanos Menonitas de diferentes partes de Colombia la han empezado a usar. Dicho folleto resulta provechoso no sólo para las víctimas de situaciones traumáticas, sino para todos los que hayan sufrido dolor, rechazo y pérdidas, y necesitan transformarse y gozar de una vida plena. Los testimonios, los textos bíblicos y los ejercicios del folleto son aplicables a todos.
Colombia está iniciando la implementación de los acuerdos de paz. Las comunidades locales enfrentan hoy día el desafío de reinsertar a los ex combatientes y avanzar hacia la reconciliación. Las víctimas buscan verdad y justicia. Surgen nuevas formas de violencia armada. En este contexto, las iglesias locales, en tanto sean comunidades sanadoras, podrán contribuir considerablemente a la promoción de la paz. Propiciar las condiciones para el perdón y el arrepentimiento puede ayudar a romper el ciclo de violencia. La sanación de situaciones traumáticas puede poner fin al daño internalizado y a la victimización. La aceptación puede promover los lazos sociales y fomentar la comunidad.
Las congregaciones locales hace tiempo que constituyen lugares de sanación y esperanza, brindando un mensaje de salvación. Este proyecto documenta las experiencias concretas de las iglesias, identificando los aprendizajes que sirvan como herramientas didácticas para las congregaciones, a fin de fortalecer su capacidad para fomentar la comunidad y la sanación.
Nathan Toews y Pablo Stucky trabajaron juntos con la Coordinación Eclesial para la Acción Psicosocial (CEAS), de Colombia, financiada por el MCC. Nathan presta servicios actualmente con MCC en Bolivia. Pablo coordina CEAS, y también es representante regional del CMM para la región andina.
Haga clic aquí para ver el PDF de Iglesia Acogedora y Sanadora, una guía de estudio para una iglesia sanadora.
Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en abril de 2017
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