Al corriente: noviembre 23, 2020
Tiempos de incertidumbre. En tales momentos, las personas procuran orientarse; como en una tormenta, necesitan un faro que les ayude a navegar a través de aguas peligrosas. La pandemia del Covid-19 ha sido un período de enorme incertidumbre, ahora agravado por una crisis financiera, desafíos ambientales y en muchos países, inestabilidad política.
Incluso antes de la pandemia, muchos amigos de todo el mundo manifestaban una creciente tendencia a consultar las redes sociales en busca de consejos sobre salud, alimentación e incluso ética. Las personas deciden cómo responder a la pandemia según la opinión de los llamados “influentes” (influencers) tan populares, más que en lo que dicen los expertos cuyas fuentes son confiables. Al escribir este artículo, hablé con dos amigos de Colombia que consultan las redes sociales sobre política y teología.
Internet se parece a los relámpagos en una tormenta. Sus centellos y destellos son impresionantes, pero contemplarlos no sirve de mucha ayuda para ver lo que realmente está delante de uno. Peor aún, esta “luz” no es espontánea sino controlada; ilumina en diferentes direcciones con el objetivo de manipular o incluso engañar. Es increíble ver cuántas mentiras he recibido de miembros de nuestras iglesias, enviadas en formato de video e incluyen vocabulario cristiano para respaldarlas bíblicamente. Cuando respondo para desenmascarar las falsedades del video, descubro también que han sido reenviadas a mis amigos por otros cristianos. Esto refuerza falsamente la supuesta veracidad del video.
Debemos recordar que los algoritmos que administran lo que aparece en las redes sociales se basan en la popularidad, los ingresos publicitarios y nuestras búsquedas anteriores. En lugar de apoyar el discernimiento comunitario, este tipo de comunicación termina reafirmando las suposiciones que la gente ya tiene.
“Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.” (Mateo 5,14–16)
En muchos países, las redes sociales están definiendo la política. Yo diría que también están definiendo las eclesiologías y la fe cristiana. Pero dicha influencia fluye en la dirección equivocada. Es nuestra fe la que debe definir nuestra política, y es nuestra fe la que debe guiar lo que apoyamos y compartimos en nuestras redes sociales.
Jesús nos llama a ser luz para el mundo. Es la iglesia la que debe dar el ejemplo al mundo respecto al liderazgo, ética, política, justicia y finanzas, entra otras cuestiones.
En este número de Correo, destacamos lo que nuestra iglesia mundial ha estado haciendo en respuesta al Covid-19. Compartimos algunos de nuestros desafíos y preguntas al respecto. Hablamos de lo que estamos aprendiendo y lo que necesitamos reafirmar como iglesia mundial. Nuestras sociedades deben ser definidas por lo que hacemos en respuesta a la pandemia -no al revés-, lo cual es, por supuesto, un desafío. En muchos sentidos, no hemos cumplido con nuestro llamado a ser luz. Espero que este número de Correo les anime a orar por nuestra iglesia mundial y a procurar maneras activas de participación, en función de nuestro propósito mundial de permitir que Dios brille a través de nosotros y en nosotros durante estos tiempos de aguas peligrosas.
—César García, secretario general del CMM, oriundo de Colombia, reside en Kitchener, Ontario, Canadá.
Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2020.
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